domingo, 19 de enero de 2020

El arte de la infidelidad


En la primera parte de esta historia, sin comerlo ni beberlo, aunque con plena colaboración por mi parte, exploré con Marta, la mujer de mi antiguo amigo Josan, las diferentes formas de masturbación que se nos ocurrieron. Pero eso sí, sin follar, sin ponerle los cuernos a mi amigo claro, quien me había invitado a pasar el fin de semana en su casa de Cuenca después de unos veinte años sin vernos. Tras ello me vestí y salí disparado hacia el bar donde me esperaba Josan con sus amigos.

Iba todo lo rápido que podía, como si por llegar pronto de su casa al bar, fuese a borrar lo que acababa de suceder entre Marta y yo, que, aunque no hubiesen sido cuernos según nosotros, se parecía bastante. Siguiendo el itinerario con el móvil, gracias a la ubicación que Josan me acaba de enviar, llegué en unos diez minutos al local donde se encontraban. Nada más entrar, me vio y vino hacia mí la mar de efusivo. Tras darme un abrazo me dijo:

—Un poco más y no llegas, ¿qué estarías haciendo bribón? Ya, ya, dormir, ¡menuda siesta!

Según decía esto, yo miré hacia su cabeza, más que nada por si asomaban dos pequeños cuernecitos, pero no. Mientras lo hacía pensaba en que si supiera lo que había estado haciendo de verdad ya no me trataría así, tan agradablemente, pero eso ya no tenía remedio, por suerte para mí.

domingo, 11 de agosto de 2019

El arte de la masturbación


La gran mayoría tenemos amistades de cuando éramos pequeños con las que hemos perdido el contacto. No hubo peleas, no hubo enfados, no hubo nada, simplemente la vida nos lleva por caminos diferentes y acabamos perdiéndonos la pista. Por eso cuando un par de meses atrás, mi antiguo amigo José Antonio, al que todos llamábamos Josan, me llamó, me sorprendió bastante. Fue una sorpresa agradable, me comentó que había visto a unos amigos, que había preguntado por mí, que le pasaron mi teléfono, y que como estaba cerca le apetecía que nos viésemos tras más de veinte años, lo que me pareció buena idea. 

Así, un par de días después quedamos a tomar un café. Estuvimos hablando de los viejos tiempos, de los nuevos amigos y de nuestra vida actual, por supuesto. Josan me contó que vivía en Cuenca junto a su mujer Marta, a lo que yo le dije que en un par de semanas tenía previsto estar allí por trabajo, que qué casualidad, y él me contestó que nos teníamos que ver, que me presentaría a su mujer y a sus amigos para salir un rato por allí, es más, me insistió tanto diciéndome que había espacio de sobra, que al final decidí alojarme en su casa, cosa que celebró.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Me gustaría... contigo



Me gustaría volar de mi sueño al tuyo. De mi sueño caliente, como seguro que lo es el tuyo, porque eres uno de esos seres que lleva calor en el cuerpo. Pero no me quedaría en tu sueño, no, sino que saldría de él para estar a tu lado en tu cama, para dormir a tu lado hasta despertar caliente por tu presencia y para acariciarte por debajo de la sábana.

Me gustaría despertarte así mientras te acaricio. Que sintieras mi mano recorrer tu espalda hasta que pasase delante para sobar tus pechos, grandes y apetecibles. Te despertaría así, magreando tus grandes pechos, apretándolos, mientras tus ojos se fuesen abriendo y me mirasen, transmitiéndome el mismo fuego que habitaría en los míos. Una vez así sería imposible evitar que mis labios buscasen los tuyos y besarnos apasionadamente, jugando con nuestras lenguas sin dejar de sobar tus pechos, ésos que son tu orgullo y mi oscuro deseo.

Me gustaría apretarme a ti por detrás para que sintieses la enorme erección que me provoca estar contigo, pensar en ti… Sin dejar de besarte, seguiría sobándote, cada mano en un pecho, jugando sobre sus cimas, sobre sus grandes y oscuras aureolas, pellizcando tus pezones cada vez más duros, cada vez más apetecibles. Me sería casi imposible dejar de acariciar esos pechos que tanto deseo, por lo que seguiría masajeándolos mientras mi boca se separa de tus labios para lamer tus mejillas, para que mi lengua juguetee con el lóbulo de tu oreja antes de descender por tu cuello rozándolo suavemente.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Piso de estudiantes



Como ya he contado en alguna ocasión, tuve que marcharme de casa de mis padres a los dieciocho años porque donde yo vivo no podía estudiar lo que quería. La mejor opción, tanto por economía como por libertad horaria, era irme a un piso de alquiler con otros compañeros, y eso hice. Una vez allí, fui cambiando de piso y compañeros hasta que di con otros compañeros con quienes me llevaba estupendamente.  Juntos, encontramos un piso que nos encantó y a buen precio, pero con una extraña condición: la dueña, Rosa, nos explicó que su hija, también Rosa, tenía que limpiarnos el piso un par de veces por semana. En un primer momento nos pareció un poco raro, pues estábamos acostumbrados a limpiar nosotros, pero como, a pesar de incluir el pago de las horas de limpieza, el precio era realmente bueno y el piso nos había encantado, decidimos aceptar.

En el piso vivíamos en armonía los cuatro compañeros. Fernando era un chico alto y fuerte que jugaba en el equipo de baloncesto de su pueblo. Tenía el pelo negro, así como los ojos. También vivía Tony, el guaperas del piso con su pelo rubio y sus ojos verdes, era raro el fin de semana que salíamos y no conseguía traerse un ligue a casa. No era tan alto como Fernando, pero también estaba fuerte porque le gustaba hacer pesas. Luego estaba Ricardo, Ric para los amigos. Salvo contadas excepciones, era un amante del deporte de no hacer nada, excepto sentarse en el sofá para ver la televisión en su tiempo libre, por lo que estaba algo regordete. Aun así, era con quien mejor me llevaba, pues era muy buen tío. Siempre estaba con la sonrisa puesta bajo su desarreglada melena negra y sus ojos marrones. Y por último estaba yo. Ya por aquel entonces me dedicaba a correr, bastante rápido por aquella época, por lo que estaba fino y fibroso. Llevaba mi corto pelo negro estudiadamente despeinado, cosa que sigo haciendo también, entonces ya tenía claro que mis ojos negros eran muy expresivos y que mi culo atraía la mirada de las chicas.

domingo, 13 de agosto de 2017

Nos vamos a correr



Últimamente he tenido que ir más a rehabilitación de lo que me gustaría, por suerte no con una lesión crónica, pero que sí se me ha reproducido más de una vez. No me ha quedado más remedio que ir, una y otra vez, a la clínica de fisioterapia de mi amiga Isabel, de quien ya os conté otra historia. Pero ésta que os cuento no tiene nada que ver con ella, sino con Marga, otra de las pacientes que solía coincidir conmigo haciendo ejercicios de rehabilitación.


Marga es una mujer de mi edad más o menos, rubia, de ojos pardos y delgada. Tiene unos pechos no muy grandes, pero un culo muy bien puesto por el deporte que hace. Además, le gusta correr tanto o más que a mí, por lo que pronto congeniamos hablando de cómo nos habíamos lesionado, la duración del tratamiento, cuándo podríamos volver a correr, así como de tipos de estiramientos y ejercicios de calentamiento. Es más, quedamos en que, una vez estuviésemos recuperados, saldríamos a correr juntos, pues nuestros ritmos eran similares. Y eso hicimos una vez listos, empezamos a correr por las mañanas antes de ir a trabajar. Pronto vi que Marga estaba tremendamente en forma, pues si apretaba me podía dejar atrás, aunque no tardé mucho en mejorar mi forma y estar más o menos a su altura.

miércoles, 4 de enero de 2017

Un poco de burlesque



Para ser una persona a la que le gusta el teatro, desgraciadamente no voy tanto como quisiera. Por eso cuando mis amigos me propusieron ir a un espectáculo en el que habría diferentes actuaciones de aficionados, no me lo pensé ni por un segundo, acepté sin rechistar. Me pasaron el programa y era bastante interesante: había monólogos, actuaciones de magia, obras cortas de teatro y terminaba con una actuación de burlesque, que, aunque no tenía muy claro lo que era, imaginé que sería algún tipo de actuación humorística. Sacamos las entradas online y cada uno se guardó la suya. Sin duda tenía ya un buen plan para el sábado noche…


A veces, en la vida hay cosas que no acaban de la forma que esperas. En ocasiones es para mal, pero otras para bien, como es el caso de la historia que voy a contar. Cuando llegó el sábado noche, me arreglé para acudir al teatro, sin excesos claro, que tampoco iba a la ópera. Me puse ropa interior negra, camiseta y calcetines, además de un bóxer ceñido con franjas horizontales negras y grises. Por fuera decidí no ir tan de negro, así que me puse unos pantalones de color beige, una camisa que mezclaba rayas verticales marrones y negras de forma asimétrica, unos zapatos marrones y una chaqueta de cuero también marrón. Por último, me peiné dejando mi pelo estudiadamente despeinado, y tras ponerme un poco de perfume, salí para ir al lugar donde había quedado.

lunes, 31 de octubre de 2016

Recuerdos al cruzarnos



Hoy me he cruzado contigo. Apenas si me has mirado y has pasado de mí, como si no me conocieras, como si no hubiésemos vivido una gran historia juntos. Tal vez ahora tenga tu indiferencia, pero hay recuerdos que nunca podré olvidar, que nunca me podrás quitar…


Recuerdo el momento en que nos conocimos, la forma en que tus ojos se clavaron en los míos, mientras los míos no podían dejar de mirar a los tuyos. Me cautivaron con su color verde que destacaba más gracias a tu rizada melena cobriza. Sentí cómo tu mirada me recorría, pero la mía no era menos. Me entretuve en mirar tus finos labios que imaginé agradables y húmedos para besar. Bajé mi vista hasta tus zapatos, para subir repasando tus estilizadas pantorrillas hasta llegar a medio muslo, donde una minifalda de tono marrón no me dejaba ver hasta la curva de tus caderas. Una fina cintura se apreciaba bajo el comienzo de tu verdosa camiseta de tirantes, que terminaba en un generoso escote, el cual dejaba apreciar dos pechos generosos. Para acabar mi recorrido, unos sexys hombros y un cuello que daba ganas de lanzarse sobre él para lamerlo y mordisquearlo. Te observaba relamiéndome los labios mientras vi cómo el deseo se apoderaba también de ti, pues te mordisqueabas el labio inferior.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Diversión sobre dos ruedas

Cada cierto tiempo me gusta hacer un pequeño viaje para mí mismo, sin compañía, con la intención de descansar de todo. Me gusta perderme por la naturaleza, buscar rutas, caminar y correr por la montaña, siempre que me sea posible. Por ello, tras una temporada lesionado y con muchas ganas de recuperar el tiempo perdido, me busqué una pequeña casa rural por el norte de España para las pasadas vacaciones. Eso sí, previamente ya había hecho rutas por mi zona para prepararme un poco antes de irme al norte, no soy tan inconsciente de ir sin preparación. Una vez allí, tenía previsto hacer unas cuantas rutas, eso sí, sin forzar la máquina, primero andando y si los últimos días me encontraba con fuerzas, pues corriendo.

Cuando me establecí en la casa, dejé aparcado el coche en el garaje, sin intención alguna de tocarlo durante la semana que iba a permanecer allí. Esa misma tarde ya salí a hacer unos cuantos kilómetros. Cuando regresé, tras una buena ducha, me puse a preparar una ruta para el día siguiente, unos cuarenta kilómetros, con algunos picos y rodeado de verde. Era un buen plan y tenía muchas ganas de probarme con una ruta de cierto nivel, por lo que me dormí plácidamente pensando en ello.

Tras despertarme pronto al día siguiente, me di una ducha refrescante, me tomé un buen desayuno y me vestí. Me puse un pantalón de deporte negro junto a una camiseta transpirable verde fosforito, por supuesto también calcetines y zapatillas, no me iba a pegar semejante tute descalzo claro. Después lo preparé todo en la mochila: agua, comida, cortavientos, chubasquero, batería externa, todo lo que dejé listo por la noche. Cuando estuve preparado, activé la ruta en mi móvil y salí caminando, tranquilamente, pues la distancia era larga. A la hora de parar a comer ya llevaba más de la mitad del recorrido. Pero luego la cosa se complicó, sobre todo cuando me topé con una senda cortada que no pude franquear de ninguna manera, por lo que me dispuse a dar un rodeo. 

domingo, 14 de agosto de 2016

Pasando calor en la playa nudista (2ª parte)



En la entrada anterior hablé de cómo me masturbé frente a una mujer en la playa, a la vez que ella se masturbaba para mí al lado de su pareja. Tras dejarme su número de móvil escrito en la arena, le envié un whatsapp y quedamos para cenar ese mismo día en su casa, pues me dio su dirección. Eso sí, no tenía claro si sería a solas con ella o en compañía de su pareja, si es que lo era. Dejé la historia cuando armado de unos vinos y unos condones me dirigía en coche a su casa, desde donde la retomo.


Llegué a la dirección que me dio sin problemas, lo malo fue aparcar. En verano y en una zona de playa la cosa se complica. Pero como había salido con tiempo, al final encontré un hueco más o menos cerca y fui andando hasta el portal. Era un dúplex con un jardín en la parte delantera, si bien no se podía ver su interior porque tenía una verja llena de pequeños arbustos. Llegué a la puerta y toqué el timbre. Poco después una sensual voz femenina me habló:


- ¿Quién es?


- Soy el pajillero que vengo a cenar. – Le contesté.


- Adelante pajillero, pero pocas pajas aquí… - Me respondió ella riendo a la vez que se abría la puerta.

viernes, 12 de agosto de 2016

Pasando calor en la playa nudista (1ª parte)



Estamos en verano, es tiempo de ir a la playa y darse un refrescante chapuzón, pero por desgracia, como es verano, hay tanta aglomeración que cuesta dar un paso sin pisar a nadie sobre la arena. Al menos eso aún no ocurre en la mayor parte de playas nudistas. Ir solo a una playa nudista es una actividad altamente recomendable. Nada como disfrutar de los rayos del sol y de la frescura del agua sin que nada de ropa ni nadie te moleste. Eso sí, a la hora de ponerse el protector solar la cosa es complicada si no eres muy flexible, o si no hay una buena samaritana cerca que se preste claro.


Por eso hace poco volví a ir a mi playa nudista favorita. Fui a eso de las cinco de la tarde, cuando los rayos del sol ya empiezan a bajar su intensidad. Había poca gente, aun así, busqué un lugar sin nadie cerca para extender mi toalla. Me saqué las chanclas, el bañador y la camiseta para disponerme a untarme la crema protectora yo solo. Me tumbé un rato y poco después me di un chapuzón en el agua. Cuando volví me senté con las manos apoyadas en la toalla, por detrás de mí. Estaba así, pertrechado tras mis gafas de sol, disfrutando de la tranquilidad del mar, cuando apareció una pareja que se aposentó a escasos metros de mí.

jueves, 21 de julio de 2016

Confesiones (La deuda de boda 2)



La primera parte de esta historia acabó cuando Mamen, mi sexy y caliente compañera de trabajo, y yo, retomábamos el viaje en coche para ir a la boda de su estúpida prima. Acababa de hacerme una mamada increíble dentro del túnel de lavado, por lo que tanto mi coche como mis bajos iban limpios y secos. Sin embargo, Mamen, dado que su vestido rojo de tipo sirena no me dejó acceder a su entrepierna, seguía caliente. Es más, me había dicho que tenía una deuda con ella, una deuda de orgasmo y que se cobraría cuando ella quisiera.

Teníamos una hora de camino hasta llegar a la iglesia. Durante el trayecto alguna que otra vez pensaba en cómo se cobraría la deuda Mamen y la miraba. Sus pechos destacando apretados por el vestido rojo en su delgado cuerpo, su pelo rubio recogido con las mechas colgando a los lados, sus ojos azul claro que me derretían, sus labios carnosos y su lengua, que me sacaba graciosamente cada vez que me pillaba mirándola, junto a ir pensando en la deuda, hacían que me mantuviese caliente, pero a la vez concentrado en la carretera, no habría estado bien dejar volar mi mente y tener un accidente.

martes, 5 de julio de 2016

La mejor forma de tratar lesiones



Es en los peores momentos, esos en que uno se encuentra mal, cuando alivia mucho que lo traten bien. Esto, que en general vale para todo, en particular vale también para los problemas físicos, es decir, para las lesiones. Por ello, cuando tuve una grave caída dañándome un hombro y la espalda, tenía claro dónde acudir para recuperarme, a la clínica de mi fisioterapeuta Isabel. Llevo prácticamente toda mi vida corriendo, por lo que he tenido unas cuantas lesiones ya, y con ella es con quien más rápidamente mejoro, además de por su trato agradable. Por eso, tras acudir a mi médico llamé para pedir cita con Isabel, la recepcionista me decía que era imposible hasta una semana después, pero tras insistirle mucho en que era urgente, lo habló con Isabel y me dio hora para el final de la tarde.


Cuando aparecí por allí y me vio entrar caminando encorvado por el dolor de espalda, Isabel me preguntó:


- Pero chico, ¿qué te ha pasado? Si vas que no puedes…


- Una caída tonta. – Le contesté. – Resbalé por la montaña con la mala suerte de caer de espaldas contra una piedra enorme haciéndome un daño terrible. Como luego me iba para abajo me agarré como pude y también me lastimé el hombro izquierdo. Esas cosas que me pasan a mí últimamente.


- Y tanto que sí. – Siguió Isabel. – Parece que te haya mirado un tuerto.


- Ya te digo. – Respondí de nuevo. - ¡Menuda racha llevo! Esta mañana he ido a mi médico, me ha mandado analgésicos y antiinflamatorios, además de decirme que me ponga calor sobre la contractura que llevo aquí, - me señalé por la espalda, - pero yo he pensado que tú seguro que me alivias más.


- Bueno, bueno, tampoco me hagas la pelota. – Dijo riendo. – Vamos a ver que se puede hacer. Entra a la habitación del fondo a la izquierda y quítate la camiseta, que ya sabes que las normas prohíben estar con el torso desnudo en la sala general. Yo en un momento voy.

martes, 28 de junio de 2016

Aventuras con mi novia



Noe era como yo llamaba a mi novia Noelia, y digo llamaba porque hace ya bastantes años que pasó a ser exnovia en lugar de novia. Era una de esas relaciones que parecía tener un futuro prometedor, sin embargo, un día me di cuenta de que Noe ya no era la persona de la que me había enamorado, aunque mis amigos desde el principio habían dicho que ella y yo éramos muy distintos, al final tenían razón. Con el tiempo, Noe se transformó en una criatura oscura de la noche, y no me refiero a una vampiresa que extrajese todo mi jugo con su boca no, sino a que empezamos a vivir la noche a diario, saliendo todas las noches de marcha, y lo que es peor, viendo yo como ella se empapaba continuamente en alcohol. Pero eso no era todo, cuando no bebía como una esponja, me fijé en que hacía demasiadas visitas al baño hasta que me confirmó que se metía cocaína.


Yo hasta ahora me he mantenido alejado de esos temas, por lo que, en aquel momento, no me gustó nada. Traté de ayudarla, aunque nunca se dejó. Incluso después de cortar con Noe, mi mano siguió tendida hacia ella, pero no la cogió, es más, se fue perdiendo más y más hasta que desapareció. Nunca supe por qué cambió de esa forma, pero mi intuición me decía que tenía que ver con un antiguo, y de mala vida, ex de Noe, con fácil acceso a todo tipo de drogas. Ella me lo negaba, pero años después supe que ésa fue la razón. De todas formas, mis recuerdos de la vida con Noe son francamente buenos, salvo el final claro. Lo pasamos muy bien entre los dos. Es más, ella fue la que más me abrió los ojos en el plano sexual, pues era una auténtica bomba. Recuerdo cantidad de aventuras con ella, pero sobre todo una de forma especial, que es la que voy a contar.

lunes, 13 de junio de 2016

Congreso de infieles



Cuando Andrés, el jefe de grupo del momento, nos pidió, a mi compañero Tony y a mí, que le acompañásemos a un congreso a exponer el nuevo proyecto en que estábamos trabajando, ambos nos miramos con complicidad. Sabíamos que eso significaba pasar cuatro o cinco días fuera, en un buen hotel, con buena comida y, por supuesto, con buena diversión. Por lo que aceptamos al instante. Estaba claro que tendríamos que trabajarnos una buena presentación, pero había compensación de sobra.

Tony y yo trabajamos duro a la vez que planificamos qué hacer en nuestro tiempo libre. Al final sólo íbamos a estar tres días en Barcelona, donde se celebraba el congreso, pero pensábamos aprovecharlos muy bien. Sin embargo, un par de días antes de irnos Tony se puso enfermo, cogió un virus que lo dejó en cama, por lo que nuestros planes se fastidiaron. Andrés me comunicó que, dado que ningún otro miembro del grupo podría encargarse de la presentación, lo haríamos entre él y yo. También me dijo que, como ya había pagado la habitación doble para Tony y para mí, además de la individual para él, se llevaría a su mujer Silvia. Ellos se quedarían en nuestra doble y yo pasaba a su individual. Pensé que serían tres días de ponencias y poco margen de diversión, pues, aunque ya conocía a Silvia de anteriores reuniones y siempre me había parecido una mujer preciosa, era la mujer del jefe, por lo que cuando Andrés asistiese a reuniones a las que yo no tenía que ir, no iba a llevármela a ella de marcha. Así que eché en mi maleta mi portátil junto a unos libros para quedarme descansando, leyendo, y tal vez escribiendo en la habitación.

jueves, 2 de junio de 2016

La cena de la clase del colegio


Cuando te agregan a un grupo de whatsapp nunca sabes si es para bien o para mal. Yo les tengo mucha manía. La mayor parte de grupos en que me han metido sin avisar han acabado silenciados, si es que no me he salido de ellos tras unos días. No puedo con ellos. Por eso, cuando hace un par de años vi que me habían agregado a un grupo llamado “Cena de clase”, lo miré con escepticismo. Tras mirarlo bien, vi que el grupo era de la clase, pero no de la universidad no, sino de la clase del colegio. ¡Hacía más de veinte años que no había visto a la mayoría de gente que estaba en el grupo! Seguía teniendo contacto con un par de compañeros, pero la vida nos había llevado por caminos muy diferentes, y de los demás apenas sabía nada. Lo pensé bien y sonreí, podría estar bien la cena, me apetecía verlos a todos, por lo que contesté que yo sería uno de los que acudiría a la cena de la clase.

Después de unas semanas concretando, por fin llegó el día de la cena. Antes de cenar nos fuimos saludando todos y contándonos nuestras vidas, buenas vidas salvo excepciones. Me fui fijando en el aspecto de la gente y vi que el paso del tiempo se dejaba notar en los rostros de la mayoría, ya que algunas arrugas adornaban sus rostros, por no hablar de la calvicie de algunos de ellos. Por suerte yo me encontraba entre los mejor conservados, pero claro, como a mí siempre me dicen, yo he pactado con el diablo, aunque la verdad, siempre pienso que es que la gente no se cuida, porque hoy día, a los cuarenta, uno se puede mantener muy bien.

martes, 5 de abril de 2016

Un lavado automático (La deuda de boda 1)



Hace algún tiempo recibí una inesperada propuesta de mi compañera de trabajo Mamen. Quienes siguen las historias que cuento en mi blog, posiblemente recordarán que ella es la compañera con la que me lie en una cena de trabajo. Desde entonces tenemos una buena relación de amistad y hemos compartido buenas veladas de sexo, además de aquella tan intensa que ya conté aquí. Supongo que por ello hay compañeros que nos toman por una pareja, pero en verdad no es así, tan sólo somos buenos amigos que mantienen una relación basada en el sexo, pero con libertad para practicar sexo con quienes queramos, es lo que hay quienes llaman follamigos.


Bien, volviendo al tema, la propuesta que me hizo Mamen fue la siguiente: me pidió que la acompañase a la boda de una prima suya que tendría lugar dos semanas después, y que lo hiciese como su pareja. Cuando me lo dijo yo me quedé perplejo, por lo que ella, riéndose, me aclaró que no quería formalizar la relación conmigo, pero que toda su familia, con excepción de su madre, la consideraba la oveja negra negrísima, y en esa boda quería demostrar que no lo era, que todo le iba muy bien, y que era la mujer más feliz del mundo conmigo. Es más, me dijo que tenía previsto ser de lo que más se hablase en la boda, llamar la atención tanto que la estrella fuese ella y no la estúpida de su prima. 

viernes, 1 de abril de 2016

Abrasado por el fuego mexicano



En la entrada anterior empecé a contar la historia de mis calientes vacaciones por México, de cómo mi idea inicial de disfrutar una vez más de mi amiga con derecho a roce Nuria se frustró rápidamente y de cómo tras dedicarme únicamente a hacer turismo por el país, al final de mi estancia tuve la agradable sorpresa de conocer a Desirée, con quien disfruté de una gran mañana de sexo inesperado.

Tras ello comí con mi amiga Nuria, y por la tarde nos fuimos a hacer turismo por la capital. Visitamos el Coyoacan, el Castillo de Chapultepec y algunos museos, para luego perdernos por el centro histórico hasta la hora de cenar. Por supuesto visitamos también algunos bares para seguir saboreando unos buenos tequilas.

Yo, como siempre, cada cierto tiempo le lanzaba algún comentario subido de tono a Nuria, que ella me devolvía todavía más subido, pero claro como todo el viaje, sin ninguna esperanza de tener nada con ella al saberla prometida. Pero además, ahora Nuria ya no era mi obsesión, pues a pesar de haberme enseñado su precioso culo esa misma mañana, el cuerpo que me absorbía la mente era el de Desirée: sus ojos, sus labios, sus manos, sus piernas, su culo respingón, sus pechos con pezones de chocolate, y cómo no, su coño tan acogedor. No podía dejar de pensar en ella.

domingo, 6 de marzo de 2016

México lindo y caliente



Tras un tiempo de ausencia, ha llegado el momento de caldear el ambiente recordando los encuentros calientes de mis últimas vacaciones. La verdad es que no me las prometía muy felices porque no tenía ningún plan a la vista, pero bueno, tampoco viene mal pasar unos días tranquilos en casa. Además, seguro que charlando con los amigos se nos ocurría una buena idea para disfrutar de las vacaciones.

Cogí el móvil y empecé a sondearlos, pero nada, no estaban por la labor de hacer nada interesante. Entonces recordé que hacía ya unos meses que no hablaba con mi amiga Nuria. Tuvo que irse a México hace ya un par de años debido a que no encontraba ningún trabajo por aquí, y allí le hicieron una estupenda oferta. Desde entonces apenas nos habíamos visto, lo cual es una pena puesto que entre ella y yo existía algo más que amistad, habíamos compartido ratos de buen sexo sin ningún compromiso.

Intercambiamos unos whatsapps y tras contarle a Nuria que no tenía ningún plan a la vista me propuso ir a México a visitarla y de paso conocer el país. Yo nunca había estado allí, además de que ya hacía tiempo que no nos veíamos. Como me dijo que tenía ganas de verme acepté su propuesta. Ya tenía plan y seguramente un plan de lo más caliente con ella, mi polla se alegraba por ello, pues cada vez que lo pensaba empezaba a crecer.

sábado, 11 de julio de 2015

Un toque de sumisión (2ª parte)



En la primera parte de esta historia dejé a Mistress Gladyx fusta en mano y con un consolador en la otra mano. Tenía la intención de penetrar con él por primera vez mi culo. Su idea era colgar en él un rabo para que yo al pasear con él puesto pareciese un auténtico perro de verdad. Me había preguntado si me gustaba la idea de tener ese consolador en mi culo. Y yo me había quedado pensativo, con los miedos lógicos a la primera vez, antes de responderle. Es aquí donde retomo la historia repasando lo que le había ocurrido a mi ano previamente.

A parte de alguna exploración anal que me habían tenido que realizar los médicos, y alguna mujer, que con algo de curiosidad, había metido un dedo en mi ano mientras me pajeaba, no había tenido nada similar en el interior de mi culo. Es cierto que el consolador era más bien fino, salvo en su punta, pero no me gustaba la idea. Por lo que por fin le contesté:

viernes, 10 de julio de 2015

Un toque de sumisión (1ª parte)



He de reconocer que desde mi despertar sexual he sentido curiosidad por el mundo BDSM. Seguramente que esta curiosidad se acrecentó por la influencia de la extraña experiencia que viví y que ya conté en Cosmética Seminal. Desde que vi las primeras fotografías del tema, así como algunas películas en que aparecían relaciones de este tipo, supe que era un tema que me daba mucho morbo, tenía fantasías con ello, pero que tampoco podía contar a cualquiera porque la mayor parte de la gente que yo conocía no estaba preparada para oírme hablar del tema, sin pensar que yo fuese un degenerado, que puede que lo sea, pero no por tener estas fantasías.


Ahora es más fácil encontrar información sobre el tema desde la llegada de internet, pero antes era mucho más complicado. Hay webs dedicadas al tema donde explican las diferentes prácticas, redes sociales donde se puede hablar de ello sin que nadie se lleve las manos a la cabeza como antes, e incluso hay foros donde puedes intercambiar ideas y fantasías con gente de gran experiencia. Y así es como comenzó la historia que os voy a contar hoy, pues ocurrió con una persona que conocí en uno de esos foros.

viernes, 26 de junio de 2015

¿Más errores del whatsapp?



Hace un rato estaba yo tranquilamente tirado en mi sofá. Veía por enésima vez la película 300. No por los abdominales de los espartanos, es que me gusta la película y su colorido, tan similar al cómic original. Pero bueno, ya me desvío, como decía, veía la peli cuando unos silbiditos del whatsapp me han interrumpido.


Pausé la película y cogí el móvil para leer los mensajes, llevándome una grata sorpresa al ver el nombre del contacto que me los había escrito, pues era aquella a quien llamé Culoguay, y de quien ya hablé en este post anterior. Al abrir y ver sus mensajes, de nuevo y como aquella vez he vuelto a alucinar, pues había tres mensajes seguidos de una foto muy sensual. Los mensajes decían:


- ¡Buenas tardes!


- ¿Cómo lo llevas?


- ¿Qué te parece como voy a cenar contigo esta noche? 

jueves, 25 de junio de 2015

Una limpieza en profundidad



No sé si os pasa, pero es algo que a mí me ocurre frecuentemente. Cuando se me mete algo en la cabeza, no puedo descansar tranquilo hasta que lo hago realidad. Y quién dice algo, dice alguien, dice mujer pues. A veces veo una mujer que, sin saber el motivo, ejerce ese poder sobre mí. No puedo apartar mi mirada de ella, no puedo dejar de pensar en ella, es decir, se convierte en ese algo que debo convertir en realidad. Tengo que poseerla, no puedo descansar tranquilo hasta que consigo follármela y hacerla disfrutar. Y eso me ocurrió hace unos días…


Aprovechando que salí pronto del trabajo, después de comer para no encontrarme con mucha aglomeración de gente, fui a un conocido centro comercial. Dado que ya empieza a subir la temperatura del ambiente, la mía interna siempre anda subida, fui a renovar mi ropa de salir a correr. Por ello, fui a la sección de deportes y escogí algunas mallas cortas y algunas camisetas transpirables sin mangas para llevármelas al probador.

sábado, 9 de mayo de 2015

Errores del whatsapp



Esta tarde me encontraba en casa tranquilamente, leyendo en mi sofá, cuando varios silbiditos del whatsapp me han sobresaltado. He pensado en lo a gusto que estaba leyendo sin que nadie me molestase y que ya empezaban a interrumpir mi lectura. Pero bueno, así sin prisas, me he terminado el capítulo y un rato después he cogido el móvil para ver los mensajes. 

Cuando he mirado los whatsapps mis ojos casi se me salen de las órbitas. Y que con un número que no figuraba en mi agenda había dos mensajes seguidos de una foto tremendamente excitante. Decía así:

- ¡Hola! 

- Dime si me sienta bien el conjunto que me he comprado pensando en ti…

jueves, 30 de abril de 2015

Secretos públicos en el bar



Allí estaba yo de nuevo. Sin saber por qué todavía confiaba en la puntualidad de mis amigos, los de toda la vida, por lo que ya había soportado la soledad de sus retrasos una y otra vez a lo largo de muchos años. Es muy triste ser puntual estando rodeado de impuntuales. Pero es que ya era difícil que nos juntásemos los cinco, cada uno con sus historias y sus obligaciones. Por ello me alegré cuando por fin pudimos quedar el pasado sábado a las ocho de la tarde. 

Acababa de mirar el reloj y ya llevaban quince minutos de retraso. Quince minutos que yo estaba sentado en la barra, solo, con la única compañía de mi zumo de piña, nada de alcohol, puesto que había que guardar energías para una noche que sería sin duda larga. Nunca he llevado bien esperar solo en la barra de un bar, aunque pongan buena música como en ése. Pienso que todo el mundo me observa y piensa en lo que hará alguien como yo ahí sentado. Y sin embargo yo hago lo mismo, pues ya sea directamente, con discreción, o a través del reflejo en el espejo del otro lado de la barra, observo a toda la clientela del local.