sábado, 21 de marzo de 2015

La última cena del trabajo (1ª parte)



Mi centro de trabajo es bastante peculiar. Por supuesto que se trabaja como en todas partes, o más, pero también hay muchas ganas de fiesta. De hecho una vez al mes, o incluso cada menos tiempo, alguien propone una cena. Se cuelga un cartel en el tablón de anuncios y la gente se va apuntando para luego ir un buen número a la cena.


Si he de decir la verdad tanta cena llega a cansar, así que ya no va todo el mundo a todas las cenas. Yo soy de los que va más de lo que debería pues en las últimas ocasiones acabé aburrido y viendo como algunos decían tonterías influidos por el alcohol. Pero cuando vi que había una cena para hace un par de sábados decidí darles una oportunidad más y me apunté.



Llegó el sábado tarde y era hora de arreglarme. Un buen afeitado con una buena ducha y listo para vestirme. A las cenas del trabajo se suele ir arreglado pero informal, así que elegí unos vaqueros desgastados y una camisa blanca, rematado con mi chaqueta de cuero negra a juego con mis zapatos. Ya sin más me vestí, me puse un bóxer de grises combinados, calcetines negros y la ropa que he dicho antes. Un buen peinado, un toque sutil de perfume y bajé al coche para ir al restaurante.


En mi camino al lugar de la cena me topé con un atasco. Había habido un accidente. Dos chicos discutían con sus coches cruzados en medio de la calle, cortando el paso a todos los demás. Con fastidio pensé que iba a llegar tarde. Así estuvimos hasta que llegó la policía y les hizo apartar sus coches. Por fin nos movíamos pero nada me iba a impedir ya llegar con retraso. Y en este tipo de cenas, llegar tarde es malo, porque nadie te guarda el sitio.


Llegué al restaurante y entré al salón que nos suelen reservar. Tras saludar a todo el mundo vi con disgusto que había tan sólo dos sillas libres en un extremo de la mesa. Comprobé la gente que había y me pareció que estaban todos los que se habían apuntado, así que con fastidio me senté en la punta teniendo al lado a Juan, uno de los informáticos que es capaz de aburrir a las piedras, y Silvia, una conserje cuyas conversaciones suelen salir de las revistas del corazón y poco más. Dados mis compañeros de mesa, la cena no prometía, así que tras aburrirme un rato, me iría pronto y desganado a casa.


Empezamos a cenar, y a pesar de que las cervezas y el vino empezaban a correr, la conversación por mi zona era casi inexistente. Pero por suerte al poco rato escuché una voz femenina que decía:


- ¡Buenas noches! Siento el retraso pero no encontraba el sitio. ¿Dónde me siento? ¡Ah! Allí.


Todos la saludaron y yo alcé la vista y vi que era Mamen, la nueva administrativa. Mientras se dirigía a la silla vacía de mi lado pensaba en cómo no había recordado que ella también se había apuntado, pero claro era la primera cena a la que venía. En el trabajo yo ya le había echado el ojo, la verdad es que me gustaba. Mamen es rubia con media melena,  ojos azules claros y unos labios tan carnosos que dan ganas de besarlos. Es delgada pero con un buen culo, puesto que ya le había dado algún que otro repaso visual. Además tiene unos buenos pechos que no siempre disimula su ropa, como por ejemplo con el vestido negro escotado que fue visible cuando se sacó su abrigo. Se sentó a mi lado y me saludó con una sonrisa. Mi cena se alegraba pensé yo, puesto que además de ser una mujer muy atractiva, también es muy simpática y agradable, lo que sabía por las veces que habíamos hablado en el trabajo. 


Y así fue, durante la cena lo pasamos genial hablando de todo: de su vida, de la mía, de sus ligues, de los míos, incluso se habló de la edad y me tocó mostrarle mi DNI porque Mamen no se creía mi edad, decía que parecía mucho más joven, lo cual siempre es de agradecer.


El vino de la cena nos animaba más, tanto que empecé a decirle que en el trabajo la había estado observando y me gustaba. Que miraba sus labios, su escote y su culo y me ponía caliente. A lo que ella me preguntó que qué pasaría si le miraba ahora su generoso escote y yo le dije que lo podíamos comprobar… Miré hacia su pecho y noté como la sangre empezaba a acumularse en mi entrepierna, así que cogí la mano de Mamen y la llevé justo ahí. Ella lo notó, apretó un poco con sus dedos y sonrió diciéndome que era verdad que me calentaba.


Todo esto ocurría mientras la cena iba transcurriendo normalmente. Aunque la verdad es que nosotros nos enterábamos poco de lo que transcurría a nuestro alrededor, y más con unos compañeros tan aburridos como los que nos flanqueaban. No sé si se estarían dando cuenta de lo que ocurría entre nosotros, imagino que un poco sí, pero seguro que nos daba igual.


Nosotros seguíamos a lo nuestro. Cuando Mamen apartó la mano de mi entrepierna me estuvo acariciando el muslo por encima del pantalón. Su caricia era excitante, mmm. Yo empecé a hacerle lo mismo. Acariciaba su muslo descubierto, ya que su vestido así sentada lo dejaba casi todo al descubierto. Notaba como se le erizaba su piel al paso de las yemas de mis dedos, y eso me gustaba. Tenía entre mis manos una mujer joven y atractiva y se estaba excitando conmigo.


En un momento dado ella apartó su mano y se echó para atrás en la silla, por lo que yo también aparté mi mano de ella. Aprovechamos para coger la copa y saborear un poco más de vino. Instantes después noté que algo me rozaba la pierna y subía un poco por el interior del pantalón. Era el pie de Mamen. Eso es algo que sólo había visto en la televisión, pero a mí nunca me había sucedido. El roce de los dedos de su pie por mi pierna me estaba excitando más, era una sensación nueva para mí, pero tremendamente agradable, mmmm.


Entonces alguien de la mesa propuso un brindis. Nos levantamos todos y brindamos apurando la copa de vino. La verdad es que veía que los compañeros ya estaban contentos influidos por el alcohol. Yo también me notaba contentillo, y me daba la sensación que Mamen también. Con tanto tonteo no habíamos picoteado demasiado y el vino se dejaba notar.


Nos volvimos a sentar y aproveché para acercarme más a ella. Mamen sonrió ante el acercamiento. Me giré un poco para que pareciese que nos contábamos confidencias y con disimulo llevé mi mano de nuevo a su muslo. Fui subiendo por él hasta que llegué a rozar la tela de su ropa interior. Mamen dio un respingo pero no se apartó. Así que yo empecé a rozar más su tela arriba y abajo, suavemente, mientras ella clavaba sus azules ojos en los míos mirándome con deseo. Seguí pasando mis dedos por la tela de su entrepierna que se empezaba a mojar. La estaba masturbando delante de todos los compañeros. Ella suspiraba y ahogaba entre sus labios algún gemido que yo alcanzaba a oír, mmm, mmm.


Mamen no quiso ser menos y volvió a llevar su mano a mi entrepierna. Yo ya estaba excitado y su presión me puso más caliente claro. Empezó a apretar y aflojarme todo el paquete, mmmm. Cuando notó que algo estaba duro, lo cogió por encima del vaquero y subió y bajó la mano por él. Por encima de la tela no le resultaba fácil masturbarme, pero lo estaba consiguiendo, mano arriba mano abajo, me estaba excitando más, mmmm.


Yo seguía rozando su tela mojada con mis dedos, frotándola bien con ellos, ya no tan suavemente, para darle más placer. Pero poco después decidí apartar la tela con mis dedos, y rocé la entrada de su coño ya sin la protección de su ropa. Noté los pliegues de sus labios mojados, los dejé atrás y metí un dedo por fin en su coño, que estaba mojado sí. Mamen gimió más fuerte, mmmmmm. Levanté la cabeza para ver si alguien se había dado cuenta, pero no, todos seguían a su rollo sin percatarse de lo que pasaba entre nosotros, por lo que de nuevo saqué mi dedo para volverlo a meter, mmm. Con otro dedo encontré su clítoris y se lo rocé, dando ella un nuevo gemido, mmmmmm.


Un camarero carraspeó a nuestro lado y nos puso el postre delante, marchándose con una extraña sonrisa. Entonces Mamen dejó de acariciar el bulto de mi pantalón. Lo soltó, se levantó y estirando hacia abajo su vestido dijo en voz alta que se iba al aseo. Yo seguí sentado, excitado, viendo como ella se alejaba por el pasillo y giraba a la izquierda para meterse en el aseo. Pensé que el camarero nos había cortado el rollo y me había dejado a mí con la polla dura dentro del pantalón. Pero no, no tenía intención de que se quedara así. Recoloqué mi polla como pude para que no fuese muy evidente el bulto, me levanté y yo también me dirigí al aseo.


Una vez en la puerta decidí mirar si había alguien más en el de mujeres, y al no ver a nadie me metí dentro. Busqué a Mamen tras las puertas entreabiertas hasta que llegué a una que estaba cerrada. Toqué en la puerta con el puño. Un par de golpes y Mamen me contestó desde dentro:


- ¡Ocupado!


- Lo sé, por eso toco Mamen. – Le contesté yo.


Entonces escuché como quitaba el pestillo y yo abrí la puerta con tanto ímpetu que casi le doy con ella. Me metí dentro y cerré la puerta tras de mí. La miré. Allí estaba ella con ese vestido tan excitante, con ese escote, y con esos labios. Me miró de nuevo con deseo y yo no lo resistí más. Me abalancé sobre ella y abrazándola la besé apasionadamente. Sus labios y los míos se comían con deseo, mmmmm. Su lengua se entrelazaba con la mía en el interior de su boca, o de la mía. Mis manos fueron bajando por detrás de su espalda hasta llegar a su culo que sobé con fuerza. Sus manos también bajaron, pero por delante de mí. 


Con ellas desabrochó mi correa y luego los botones de mi bragueta hasta que pudo meter una mano dentro. Me acarició de nuevo mi dura polla por encima de mi bóxer, mmmmm. Me bajó un poco el pantalón y ya pudo meter la mano por el interior del bóxer acariciándome bien la polla. Subió y bajó la mano por toda ella. Con la otra mano de un tirón me bajo un poco el bóxer quedando por fin mi polla al descubierto entre su mano.


- Mmmmmm, ¡qué dura la tienes! – Me dijo.


- La tengo tan dura como tú me la has puesto. – Le contesté, mientras yo llevaba también mi mano a su entrepierna y rozaba su tela de nuevo. – Tú también estás muy mojada Mamen.


- Así es, - me contestó -, me has puesto más que cachonda en la mesa.


De nuevo aparté su tela con los dedos y acaricié su coño mojado. Ella me masturbaba cada vez con más ganas, mmmm, subiendo y bajando su mano por mi polla sin parar. Yo empecé a rozar su clítoris con mi pulgar, mmm, pero al poco tiempo me dijo:


- No puedo más. ¡Necesito que me folles ya!


Y yo que tenía la polla más que dura en su mano no me lo pensé, pues tenía unas ganas enormes de metérsela en ese coño tan mojado. Aparté su mano y la giré poniéndola de espaldas a mí. Ella apoyó sus manos sobre la cisterna del wáter inclinándose hacia delante. Yo me bajé el vaquero y el bóxer hasta las rodillas para luego subir su vestido por encima de la cintura. Vi su culo por primera vez pues llevaba un tanga negro que lo dejaba todo a la vista, y vaya culo, mmmmmm. Cogí su tanga con mis manos y de un tirón lo bajé por sus piernas.


Ya estaba lista para mí. Con mi mano cogí mi polla y la acerqué a su coño mojado. Puse el capullo en su entrada. Empujé fuerte y entró toda la polla de golpe, mientras Mamen gemía, mmmmm. Apoyé mis manos en sus caderas y empecé a bombear, metiendo y sacando mi polla de su coño una y otra vez mientras sus gemidos se mezclaban con los míos, mmmm, mmmmm, mmmmm, mmmmmmm.


Empujaba con toda la fuerza que podía como si la quisiera atravesar, pero es que necesitaba follármela así. No podía más, me había puesto muy caliente, no sabía que la deseaba tanto, mmmmmm. Seguía con mi mete saca, polla dentro polla fuera, mmmmm. Su cuerpo se movía adelante y atrás con mis envites. Cuando mi polla entraba hasta el fondo ella dejaba escapar un gemido, mmmmmmm. Cada vez sus gemidos eran más seguidos, más fuertes, mmmm, mmmmmm. Aparté mis manos de sus caderas y las llevé a su pecho, agarrándome a sus tetas por encima del vestido. Eran grandes y firmes, mmmm. En esa posición podía coger más fuerza, y las idas y venidas de mi polla en su coño eran cada vez más rápidas, mmmmmm. Yo no iba a poder aguantar mucho más, había demasiada pasión en nuestra follada como para durar. Pero ella también estaba al límite. Su respiración agitada, sus suspiros, y sus gemidos más seguidos así me lo indicaban, mmm, mmmmm. Un poco después Mamen se agitó y gritó:


- ¡Siiiiiiiiiiiiiiii! Me voy a correr ya. ¡No pareeeeeees! Siiiiiiiii…


Por supuesto, yo no paré y seguí bombeando cada vez más rápido, disfrutando, mmmm, mmmmmm.


- ¡Me corrooooooo! ¡Aaaaaaaaah! ¡Siiiiiiii! ¡Aaaaaaaaaaaah! – Gritó de nuevo Mamen mientras su cuerpo se estremecía y sus piernas empezaban a temblar de placer, mmmmmm.


Seguí follándomela cada vez más rápido. Notaba las contracciones de las paredes de su coño apretando mi polla con cada espasmo de su corrida. La sensación de placer era indescriptible según mi polla iba y venía en su coño encharcado ya, mmmmm, mmmmm, mmmm. Mamen ya se había corrido, pero yo seguía bombeando su coño con fuerza. Hasta que tras un par de embestidas potentes fui yo el que gritó:


- ¡Yaaaaaa! Me corro siiiiiiii. ¡Aaaaaaaah! Toma mi leche, siiiiiiiiiiiii, mmmmmmmmmm.


Con mis últimos empujones los chorros de mi leche fueron entrando en ella y llenándole bien todo su coño ahora mojado por la mezcla de mis semen y su flujo, mmmm. Ella gemía según yo soltaba cada uno de mis disparos, mmmm, mmm, mmmm, hasta que no me quedaron fuerzas ni tampoco leche que darle en ese momento.


Y así, yo sobre ella y ella delante de mí, nos fuimos relajando y recuperando el resuello. Cuando ya estábamos casi recuperados saqué mi polla de ella y me subí la ropa. Tras decirle que nos veíamos en la mesa, me miró con ojos de placer, como los que yo tendría y salí del aseo de mujeres disimulando. Llegué a la mesa, donde ya hubo alguno que me miró con una sonrisa sospechosa, como si supiesen lo que había pasado en los aseos. Vi que sobre la mesa ya no estaban los postres. Tan sólo había botellas de licores con vasos de chupitos que los compañeros se encargaban de vaciar para volver a llenar a continuación.


Unos minutos después llegó también Mamen a la mesa. Se había arreglado bien para que no se notase nada de lo que había ocurrido, pero aún así las miradas de algunos compañeros me dijeron que tenían claro lo que habíamos hecho en el aseo. Pero bueno, que envidiasen, ellos se lo habían perdido y nosotros lo habíamos disfrutado. Cuando Mamen se sentó comentamos que no había nada de comer y que no íbamos a poder reponer fuerzas, por lo que nos contentamos con beber algunos licores.


Poco después algunos compañeros empezaron a desfilar diciendo que se iban ya a casa. Pagamos entre todos la cena y nos levantamos decidiendo ir a una discoteca, que es donde solían acabar siempre nuestras cenas. Como Mamen no sabía dónde era, decidí acompañarla claro. Nos pusimos los abrigos, nos despedimos hasta un rato después de la gente y fuimos hacia mi coche, pero como nos dimos cuenta de que no estábamos en buenas condiciones para conducir paramos un taxi que pasaba por la calle.


Subimos y cuando iba yo a decirle al taxista a qué discoteca debía llevarnos, Mamen me tapó la boca con la mano y dijo una dirección. El taxista asintió y se puso en marcha. Ella me dijo que no le apetecía ir a la disco, y que mejor a su casa para acabar una noche que había empezado tan bien. Yo asentí por supuesto, no cabía duda de que era mejor plan.


Durante el trayecto aproveché para besarla. Me gustaba besar esos labios carnosos y encontrar su lengua receptiva esperando a la mía en su boca, mmmm. Entre besos de nuevo su mano bajó a mi entrepierna y la volvió a apretar, cómo me gustaba eso, mmm. Otra vez yo llevé mi mano a su muslo. Otra vez subí por él y llegué a la tela que protegía su agujero del placer. Ese agujero en el que yo acaba de estar disfrutando y que por ello mojaba aún más que antes la tela de su tanga negro. Seguro que mojado por la mezcla de sus fluidos y los míos. Según yo acariciaba su tela Mamen volvió a suspirar como antes, mmm. Sin duda seguíamos calientes…, como espero lo estéis quienes habéis leído hasta aquí. No os haré esperar mucho esta vez para saber cómo acabó esta apasionada historia en la segunda parte.

4 comentarios:

  1. Esos juegos en el restaurante por debajo de la mesa, me encantan y hacerlo en lugares donde hay gente que te puede pillar tiene mucho morbo. Me excitas, me calientas mucho y cuando quieras quedamos para cenar para poner en práctica el relato. Besos calientes

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    1. ¡Hola Dulce! Sí, el morbo de que te pillen es lo mejor, y todavía más si lo haces sin tapujos delante de conocidos como sucedió en esa cena. ¿Te atreverías a ser manoseada por debajo de la mesa con un desconocido? No hay duda de que tienes un mente calenturienta, lo que unido a mi sangre también caliente, haría de esa cena que propones una cena repleta de perversión y placer. Me alegra mucho haberte excitado tanto. Muchas gracias por tu comentario. Besos morbosos.
      Eros

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  2. Nada como un momento en que te sientes dominada por la pasión y todo lo demás no importa, hay que aprovecharlo, calmar la excitación, como la que tengo yo ahora tras leer esto. Y sí, esta otra historia también me trae recuerdo de los toqueteos por debajo de un mantel, y también de un polvo rápido en un aseo. si yo te contara.... Una pena que no hayas publicado nada nuevo, pero me entretengo con lo antiguo. Me excita leerte, sabes describir bien las situaciones, y así se viven más. Un beso

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    1. ¡Hola Dama! La verdad que sí, los momentos que más se disfrutan son esos en que no puedes pensar, el deseo te ciega y sólo te centras en disfrutar del cuerpo que tienes al lado dándote y recibiendo placer.
      Veo que tienes muchos recuerdos calientes. Me gustaría que te areviese a contarlo, ya que lo insinúas...
      Y respecto a mis entradas, pues voy haciendo cuando tengo tiempo y la mente está en sintonía, que no siempre pasa, je, je.
      Gracias por tu comentario.
      Besos morbosos.
      Eros

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