martes, 5 de abril de 2016

Un lavado automático (La deuda de boda 1)



Hace algún tiempo recibí una inesperada propuesta de mi compañera de trabajo Mamen. Quienes siguen las historias que cuento en mi blog, posiblemente recordarán que ella es la compañera con la que me lie en una cena de trabajo. Desde entonces tenemos una buena relación de amistad y hemos compartido buenas veladas de sexo, además de aquella tan intensa que ya conté aquí. Supongo que por ello hay compañeros que nos toman por una pareja, pero en verdad no es así, tan sólo somos buenos amigos que mantienen una relación basada en el sexo, pero con libertad para practicar sexo con quienes queramos, es lo que hay quienes llaman follamigos.


Bien, volviendo al tema, la propuesta que me hizo Mamen fue la siguiente: me pidió que la acompañase a la boda de una prima suya que tendría lugar dos semanas después, y que lo hiciese como su pareja. Cuando me lo dijo yo me quedé perplejo, por lo que ella, riéndose, me aclaró que no quería formalizar la relación conmigo, pero que toda su familia, con excepción de su madre, la consideraba la oveja negra negrísima, y en esa boda quería demostrar que no lo era, que todo le iba muy bien, y que era la mujer más feliz del mundo conmigo. Es más, me dijo que tenía previsto ser de lo que más se hablase en la boda, llamar la atención tanto que la estrella fuese ella y no la estúpida de su prima. 



Tal y como me lo contó acepté, pensé que lo pasaríamos bien, además de que quería ver qué haría Mamen para ser la reina de la boda. Eso sí, me dijo que tendría que llevar un traje elegante porque la boda sería de etiqueta. Al final acabé comprándome un traje nuevo para no desentonar con Mamen, que me había dicho que iba a ir preciosa con un vestido para la ocasión. Como pensaba que tras la boda ella y yo acabaríamos follando, también me compré ropa interior sexy para lucirme ante ella, por ello fui a una tienda de lencería que hay cerca de mi casa, donde ya he ido unas cuantas veces porque tienen cosas que me gustan a buen precio y la dependienta siempre me aconseja muy bien tras ver cómo me quedan las prendas.


Por fin llegó el día de la boda. Dado que la ceremonia era a las seis de la tarde, porque se hacía de noche no muy tarde, y como teníamos una hora de camino hasta llegar a la iglesia, Mamen y yo habíamos quedado a las cuatro para ir en el coche tranquilamente por si había algún imprevisto en la carretera. Por ello había decidido comer algo ligero a eso de la una, dormir una pequeña siesta, ir a lavar el coche para que mi acompañante brillase más al salir, y tras volver, afeitarme, ducharme y vestirme para ir a por Mamen. Éste era el plan, lo fui cumpliendo hasta la siesta, que como olvidé ponerme una alarma, duró más de lo previsto, y menos mal que me desperté a eso de las tres y cuarto.

Cuando vi la hora me llevé un buen susto, pero había solución, tan sólo debía replantearme todo rápidamente. Nada de estrés, aunque sí precisión. Dejé el lavado del coche para después de recoger a Mamen pues teníamos tiempo de sobra, me afeité, me duché sin nada de toqueteos, no había tiempo para ello, me sequé y me peiné dejando mi pelo estudiadamente revuelto. Después me puse unos calcetines negros, el bóxer y la camiseta semitransparentes, de color negro también, que me había comprado, una camisa blanca de manga larga, el pantalón del traje gris marengo, por supuesto una correa y unos zapatos negros bien brillantes, para rematar con una corbata con un estampado actual y la chaqueta de dos botones. Una vez vestido, me miré al espejo y me gustó lo que vi, iba hecho un pincel. Pero tampoco tenía mucho tiempo para admirarme, pues ya eran las cuatro menos cuarto.


Fui corriendo al coche y me dirigí rápido a casa de Mamen. Como hubo suerte con el tráfico llegué justo a la hora. Le mandé un whatsapp y tras unos minutos ya salía ella por la puerta. Bajé para abrirle la puerta, y tras darnos un buen beso como saludo, me aparté un poco de ella para poder verla bien. Llevaba su pelo rubio con un bonito recogido y unas mechas que caían a ambos lados de la cara. Iba sutilmente maquillada, nada excesivo, tan sólo para realzar sus preciosos ojos azul claro y sus labios carnosos. Me pasó el bolsito de mano rojo que traía. Se sacó el abrigo negro que llevaba para entrar al coche, me lo dio y le devolví el bolso. Entonces sí que la vi espectacular, llevaba un vestido rojo hasta los pies. Según me explicó Mamen durante el viaje, era un vestido tipo sirena con escote de bañera, combinaba encaje con la tela lisa hasta las mangas que le llegaban hasta un poco más abajo del codo. Al ver que estaba embelesado en ella, se dio una vuelta para que la viese bien. Yo alucinaba, no había visto nada igual tan de cerca, seguro que iba a ser la estrella, sin lugar a dudas. Según se daba la vuelta se levantó la falda y pude ver también unos preciosos zapatos de tacón rojos. Por detrás llevaba un escote hasta media espalda. Sus estilizadas curvas se marcaban por ese vestido tan ceñido, su delgada silueta, su culo y sus generosos pechos. Me dieron unas ganas enormes de tumbarla sobre el capó y follármela allí mismo, pero en lugar de eso le dije:


- Estás preciosa Mamen, realmente divina. En estos momentos no creo que exista una mujer más bella.


- Gracias. – Me contestó. – A ti también te sienta bien el traje, deberías vestir así más veces, estás para comerte.


- Muchas gracias. – Le respondí. – Pero nada que ver, tú sí que estás espectacular. Hace un momento he pensado en montármelo contigo sobre el capó, y aún me apetece, si no fuese por la boda…


- Ja, ja, ja. – Rio Mamen. – Tranquilo semental, que habrá tiempo para todo, la noche es larga, y lleva cuidado no te empalmes que esa tela no es la de un vaquero y se nota. – Añadió según rozaba la tela del pantalón sobre mi entrepierna.


Por supuesto que con ese sutil roce mi polla se removió, pero no podíamos perder tiempo, así que le dije:


- Bueno preciosa, será mejor que entres o llegaremos tarde, más que nada porque me he dormido y como ves tendremos que pasar a limpiar el coche. Hay un lavadero aquí cerca en una gasolinera.


- No te preocupes, nos sobra tiempo, pero vamos ya. – Me contestó según se sentaba.


Cerré la puerta tras acomodarse en el asiento y abrí la de detrás para dejar su abrigo junto con mi chaqueta. Me fui a mi asiento y conduje hasta el lavadero. Es un túnel de lavado automático de esos que echas las monedas según lo que quieres. Seleccioné el programa extra abrillantado y volví a mi sitio al volante. Nada más cerré la puerta Mamen me confesó:


- ¿Sabes? No sé por qué, pero siempre me pongo muy cachonda en estos lavaderos, y ya está empezando…


- ¿Ah sí? – Le dije yo. – Tal vez sea porque el coche penetra a la máquina que está muy húmeda. Va entrando despacio mientras la máquina se adapta al tamaño del coche y lo va mojando…


- Calla, calla. – Me interrumpió Mamen. – Que la que se va a empezar a mojar aquí dentro soy yo, y no quiero manchar el vestido. Aunque bueno, hay algo que me apetece ahora.


- ¿El qué? – Le pregunté mientras notaba que la polla se me removía otra vez al imaginarla sobre mí subiendo y bajando.


- Pues me apetece mamártela. – Dijo a la vez que empezaba a destacar una erección en mi pantalón. – Creo que soy capaz de hacer que te corras antes de salir por el otro lado. ¿Qué te apuestas?


- No sé, esto no dura mucho. Lo que quieras. – Le respondí mientras imaginaba su boca subiendo y bajando ante mí, por lo que la erección ya era considerable. 


Ella lo vio y me la apretó con su mano diciendo:


- Muy bien, si lo consigo y lo disfrutas, tendrás una deuda de placer conmigo. Y por supuesto, que sepas que me la pienso cobrar cuando menos te lo esperes…


Tras decir eso, el coche se empezó a mover arrastrado por la cadena de la máquina. A la vez la mano de Mamen arrastraba la cremallera hacia abajo dejando mi polla visible bajo el bóxer semitransparente.


- ¡Vaya! – Dijo Mamen sorprendida. – No me hace falta sacarte la ropa para vértela ya durita. Eso está bien.


Aun así, me desabrochó la correa y el pantalón, para a continuación tirar hacia abajo del bóxer. Mi polla quedó desnuda ante su mirada deseosa. Yo comprobé mirando por las ventanillas que nadie nos pudiese ver desde fuera, pero no, mi coche ya se encontraba dentro de la estructura de la máquina. Mamen se inclinó sobre mí de lado, desde su asiento, y con su mano, empezó a pajearme despacio diciéndome:


- Verás que pronto te la pongo dura del todo, como todas las veces que lo hemos hecho, pero con la diferencia que ahora no me la vas a poder meter en mi coñito, y te aseguro que ya está mojado como a ti te gusta…


Evidentemente, entre el morbo de la situación, las cosas que me decía, y su mano masturbándome, mi polla se puso dura del todo. Podía ver cómo las venas se marcaban por la excitación. No había duda que Mamen sabía controlar bien mi deseo, pero es que mi deseo por ella siempre había sido enorme desde nuestro primer encuentro.


Estiró de mi piel hacia atrás para dejar mi glande desprotegido y llevó su boca hacia él. Pasó su lengua por todo para acariciármelo. Después empezó a ensalivármelo entero, a la vez que la máquina empezaba a soltar agua jabonosa contra mi coche, hasta que lo enjabonó entero. Su experta lengua me recorría toda la polla, de abajo a arriba y de arriba abajo, por delante y por detrás.


A continuación, abrió los labios y envolvió mi verga con ellos, para empezar a subir y bajar por ella. Primero despacio, se metía todo lo que podía para subir y dejarla casi toda libre, luego más rápido viendo yo como mi polla entraba y salía de su boca, dentro fuera, dentro fuera. Me estaba haciendo una buena mamada. Dejó sus labios a la altura de la base de mi capullo y empezó a girar su lengua por él mientras los rodillos de la máquina iban girando alrededor de la carrocería de mi coche. Me la estaba chupando de vicio, el roce de su lengua por la sensible piel de mi glande me estaba llevando al límite, además en mi mente se estaba asociando el movimiento de la máquina de lavado con el movimiento de la lengua, de la boca y de la mano de Mamen, empecé a pensar que lo hacía intencionadamente, y eso me daba morbo.


Los rodillos seguían girando fuera del coche, y ella empezó a acariciarme los huevos girando sus dedos. Su boca de nuevo empezó a bajar y subir por mi polla, según se movía notaba cómo me succionaba. No lo pude evitar, se me escapó el primer gemido importante, ya tenía claro que Mamen iba a ganar la apuesta, le encantaba darme placer con su boca, me estaba dominando la polla a su antojo, arrancaba de mí las sensaciones que quería… Fijó sus ojos en los míos sin dejar de subir y bajar por toda la verga. La verdad es que habría llevado en ese momento mis manos a su cabeza para poder follarle la boca a gusto, tratar de atragantarla a pollazos, pero no, me contuve porque no quería deshacerle el peinado. Lo que sí hice fue llevar una mano a su trasero, intenté acariciar su entrepierna por encima de la tela, pero apenas lo conseguí por la tensión del vestido, así que me conformé con acariciar y magrear bien su culo por encima de la tela.


Después volvió a dejar la boca inmóvil sobre mi capullo y de nuevo empezó a rozármelo haciendo giros con su lengua, ¡qué placer! Más gemidos se me escapaban fruto de la mamada que me estaba haciendo. Soltó mis huevos y llevó su mano a mi polla para empezar a masturbármela haciendo giros con la mano, apretando y aflojando, apretando y aflojando. Sentía que las venas de mi polla iban a estallar con cada apretón, pero no, sólo conseguía llevarme más cerca del clímax cada vez. Mientras su mano subía y bajaba girando por el tronco de mi polla, su lengua seguí haciendo giros sobre la punta, a la vez que los rodillos iban girando sobre mi coche en su lenta marcha de vuelta. Y sus ojos, esos ojos azul claro que me encandilaban seguían fijos en los míos, aumentando mucho más mi deseo. 


Gemí de nuevo cuando mordisqueó suavemente mi polla. Volvió a chuparme el capullo con sus labios, como si fuera la bola de un cono de helado. Abría su boca y se lo metía entero, para luego subir rozándome con los labios a lo largo de todo el glande, así una y otra vez, una y otra vez, esa subida rozando mientras su mano no dejaba de masturbarme, uffff. De repente me soltó la polla y apartó también su boca, pude ver que ya tenía algo de líquido preseminal escapando por la punta, resbalando por el capullo. Entonces me escupió, acertando contra el capullo, lo hizo de nuevo y su saliva dio en el tronco de mi verga. Entonces me fijé en que los rodillos habían parado y la máquina estaba dejando caer agua a presión sobre mi coche para enjuagarlo, lo mismo que hacía Mamen, siguiendo con precisión los tiempos del lavado sobre mi polla. 


Tras ensalivarme comenzó de nuevo a subir y bajar la mano por la polla, pero más rápido que antes, subía y bajaba, subía y bajaba. A la vez llevó su boca hacia mis huevos, y tras darle un lametón se metió uno en la boca, masajeándomelo con la lengua. Yo empezaba a no poder más, cada vez se me escapaban más gemidos, y mi mano le estaba apretando fuertemente el culo, por lo salido que estaba. Se sacó el huevo de su boca, y volvió a llevar sus labios al capullo, lo engulló con ansia mientras miraba a mis ojos de nuevo. El placer que me producía el roce de sus labios era insoportable, pero la placentera tortura no se acababa. Su mano subía, su boca bajaba, su mano bajaba, su boca subía, y esa lengua rozando y rozando…


Estaba a punto de correrme, lo sentía ya. Mi pelvis empezó a moverse como si estuviera follando, quería descargar ya mi leche en la boca de Mamen, pero no me dejó. De nuevo me soltó y apartó su boca. Mi excitación era tal que tenía la polla temblando, a poco que la tocase me habría corrido sin remedio, pero no lo hizo. Cerrando sus labios como si fuese a silbar empezó a soplar, notaba el aire rozar sobre mi capullo, se acercó más y el aire me dio en toda la punta. Me fijé en que la máquina había dejado ya de soltar agua y ahora lo que hacía era soplar aire contra mi coche con sus potentes secadores. Mamen me estaba haciendo una auténtica mamada lavado.


Dejó de soplar y se abalanzó con ansia sobre mi polla. Ella tenía claro que yo estaba al límite, mi respiración agitada así se lo decía, por lo que apretó bien sus labios y me la mamó como una posesa, subiendo y bajando, subiendo y bajando. Cada vez que su boca estaba arriba notaba el roce de la lengua. El ritmo de mis gemidos era ya muy intenso, como el placer que sentía. Volví a subir y bajar la pelvis un par de veces, a la vez que mi polla entraba y salía de su boca. Aunque no hacía falta, la avisé:


- Mamen, me corrooooooo, ¡qué gusto!, sí, sí, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.


Ella dejó la boca quieta envolviendo mi glande y siguió subiendo y bajando su mano ordeñándome bien toda la polla. Mis chorros de leche caliente empezaron a salir para dar en su paladar, en su garganta, donde quiera que diesen, a mí no me importaba sólo estaba muriéndome de placer mirando a sus ojos que seguían clavados en los míos. Unos disparos más y acabé seco. Separó su boca de mi polla y vi cómo, exagerando el movimiento, se tragó toda mi corrida. Abrió su boca para demostrarme que apenas quedaba nada y me dijo:


- Ahora ya estoy lista para el viaje, ya no tengo el estómago vació, y seguro que tú así más relajado no le aprietas de más al pedal.


Me reí con su ocurrencia y vi cómo los secadores se levantaban alejándose ya de mi coche. De nuevo a la vez, Mamen levantó la tela de mi bóxer y con la otra mano guardó mi pene aún duro en él. Abrochó el botón para después abrocharme la correa. Por último, con cuidado subió la cremallera mientras la cadena de la máquina arrastraba mi coche hacia fuera.


- Bien, - dije, - has ganado la apuesta. Has conseguido que me corriese en lo que dura un lavado, y de haberlo querido hasta me habría corrido antes, pero has preferido medir muy bien los tiempos.


Mamen se rio y me contestó:


- Por supuesto, ya sabes que soy una mamona de primera. Y como te he dicho antes, me pienso cobrar esta deuda. Tú tendrás que hacerme correr a mí cuando yo te diga, porque tendrás claro que sigo más que caliente… 


Yo asentí. Cuando dejó de hablar me besó, nuestras lenguas se entrelazaron, y aún pude notar en su boca el sabor de mi semen. Tras besarme se recolocó en su asiento y nos pusimos los cinturones. Sacó un espejito de su bolso y comprobó que su peinado seguía casi intacto, se lo arregló mínimamente para dejarlo perfecto. Luego miró sus labios en el espejo y les dio un repasito con un pintalabios que llevaba. Cuando acabó, me miró y le dije:


- Preciosa, incluso más que antes, porque con la calentura que llevas te ha salido un color rojizo en las mejillas a juego con el vestido.


- Ja, ja, ja. – Río ella. – Venga arranca y vamos para allá.


Eso fue lo que hice. El coche empezó a coger velocidad a medida que entrábamos en la carretera y yo me puse a pensar en lo cómo se cobraría la deuda. Aunque no fue lo único en que pensé, pues también pasaba por mi mente lo que había dicho Mamen al llegar al lavadero, que se ponía cachonda con el lavado. Pero a partir de ese momento ella ya no iba a ser la única a la que le pasase, porque desde entonces, cada vez que he ido a lavar el coche, mi polla se ha puesto dura al imaginar que cada acción de la máquina, la volvía a hacer la boca o la mano de Mamen sobre mi verga.


4 comentarios:

  1. Este fin de semana tendré que limpiar el coche, intentaré que no se moje por dentro, el asiento, sólo el coche por fuera. Quiero saber la continuación, me gusta.

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    1. ¡Hola de nuevo Dama En La Calle! Muchas gracias por tu comentario. Si te atreves me cuentas cómo fue tu lavado y si en verdad sólo se mojó por fuera, ja, ja, ja. Besos morbosos. Eros

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  2. Me gusta esa fantasía en un lavado de coches, y me gusta como describes una buena mamada, se mete una en el papel. A mi particularmente es una de las cosas con las que mas disfruto.

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    1. ¡Hola anónima! La verdad que yo he conocido a mujeres que disfrutan de verdad haciéndote una mamada, ponen tanta pasión, que no voy a decir que han disfrutado más que yo, pero sí que lo disfrutan sí, es bueno que tú seas una de ellas... Aunque claro, lo mejor es que a una buena mamada le siga una buena comida, si es que no se hacen a la vez, y así disfrutan los dos al máximo. Me alegra saber que la descripción te ha hecho meterte en el papel, es un placer conseguir que lo hagas. Y por supuesto, muchas gracias por tu comentario.
      Besos morbosos.
      Eros

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